En esta obra, Juan Ramón Jiménez
cuenta la historia de su relación con un burro llamado Platero. Hombre y animal
son inseparables, entre ellos existe un vínculo muy fuerte. Juan Ramón le
cuenta al burro sus sentimientos, a veces con palabras alegres y otras con
palabras tristes, y le narra toda clase de noticias.
El diálogo constante del poeta
con el burro, es visto con ojos extraños por los habitantes del pueblo. Para
ellos, el poeta es un hombre oscuro, solitario, al que solo se ve en compañía
de su burro. Él mismo es consciente de su
apariencia un tanto extraña: vestido de negro, con sombrero, y montado a lomos
de Platero, se acostumbra a que los chicos del pueblo le llamen el loco. La mayor parte del tiempo, Juan
Ramón y Platero lo pasan en los campos, paseando o leyendo.
Juan Ramón Jiménez (Moguer 1881 - Puerto Rico 1958)
Quizá
fue la belleza del paisaje de Moguer, el pueblo blanco donde nació Juan Ramón
Jiménez en 1881, lo que explique su primera vocación por la pintura. Sin
embargo, y después de haber empezado a estudiar Derecho en Sevilla, lo dejó
todo para dedicarse a escribir, hasta el día de su muerte, en 1958, en Puerto
Rico.
La melancolía por la muerte de su padre en 1900 y una enfermedad pulmonar
condicionaron su juventud a un deambular por distintos sanatorios e influyeron
en su obra, centrada en la indagación de la belleza y la plenitud de lo real.
Al estallar la Guerra Civil española se exilió en Estados Unidos y fue profesor
de varias universidades latinoamericanas.
En 1956 recibió el Premio Nobel de
Literatura.
Concha López Narváez (Sevilla 1939)
Es
licenciada en Filosofía y Letras. Ha sido varias veces finalista del
Premio Nacional de Literatura Infantil, y profesional de la enseñanza durante
años. Realiza una impecable recreación de Platero y yo y traduce
a un lenguaje accesible para los niños y las niñas de Educación Primaria el
complejo universo del autor andaluz, expresado siempre a través de símbolos que
serían difíciles de comprender sin una explicación.
Una adaptación muy personal
hecha a través de un lenguaje sobrio que no le resta emotividad ni riqueza a la
historia.
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